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miércoles, 26 de marzo de 2014

¿Todo vale por un gol?

La “resaca” que deja un partido de fútbol entre dos de los equipos más importantes de nuestra “Liga” es alargada… como la sombra del ciprés… ya han pasado varios días y los medios de comunicación deportiva siguen dándole vueltas “si fue o no fue penalti”, “si el árbitro estuvo acertado…” En todos los informativos sale la imagen de un jugador de un equipo pisándole la cara a un jugador del equipo contrario y todos nos quedamos tranquilos, parece que hemos normalizado las agresiones en el fútbol ¿Esto es lo que queremos que les llegue a nuestros hijos? Les animamos a que practiquen deporte, que disfruten jugando con otros compañeros, que vayan cogiendo hábitos de vida saludable… pero cuando nos sueltan en un campo de fútbol sacamos lo “peor” de nosotros mismos…
Somos competitivos por naturaleza, y no nos importa si para conseguir ganar tenemos que pisar caras, romper piernas o mandar a un chaval de 16 años a un hospital porque no nos gustan sus decisiones arbitrales. Y todo delante de nuestros hijos… porque aunque nos parece deleznable, lo que sucedió hace unas semanas en un campo de la provincia de León en un partido de “Alevines”, en el que un padre le pegó una brutal paliza al “Colegiado”, todos en algún momento hemos insultado a los árbitros, hemos gritado a nuestros hijos para que se esforzaran en marcar un gol e incluso nos hemos enfadado con el entrenador porque lo han dejado en el banquillo y han sacado a otro niño, que según nuestro criterio “no es tan bueno” como nuestro pequeño vástago.
No podemos consentir que los campos de fútbol base se conviertan en lugares donde si no eres el mejor no tienes cabida y donde hay que ganar si o si…  ¿Qué pensará el niño que ve como su padre le rompe la cara al árbitro, la máxima autoridad en un partido? Tenemos que educarlos para cambiar, pero los primeros que tenemos que rectificar nuestros comportamientos somos los padres, ya que ellos serán un reflejo de lo que nosotros les enseñemos.


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