No es mi intención esta vez
repetir otra vez todas los riesgos para la salud de una alimentación desequilibrada
en los niños. Médicos, nutricionistas, especialistas, todos coinciden en que en
general los niños consumen más grasas y azúcares de los recomendados y consumen
menos frutas y verduras de los recomendados. A eso se añaden los productos
preparados o precocinados que aportan menos nutrientes básicos y más
conservantes. Esos malos hábitos alimenticios en los niños generan problemas importantes
de salud y además les provocará problemas mayores cuando lleguen a
la edad adulta. En los últimos años la obesidad infantil se ha convertido en un
fenómeno social nuevo que va constantemente en aumento. La obesidad en los
niños se asocia enormemente con enfermedades cardíacas y con el buen
funcionamiento en general del cuerpo.
Esta claro que la alimentación
infantil es un aspecto fundamental para los niños y que debe cuidarse todo lo
posible, y debemos ponernos manos a la obra. Y
en ese esfuerzo por conseguir una dieta equilibrada para nuestros pequeños quisiera
poner de relevancia solo dos cosas:
1.- Más que alimentación
infantil habría que decir alimentación familiar. Es la familia la que trasmite
a sus miembros los hábitos alimentarios y los niños sencillamente los copian.
No seamos tan ingenuos de pensar que un padre que no come espinacas vaya a
conseguir que a su hijo le gusten. Si los padres siguen una dieta equilibrada
los hijos la seguirán igualmente. La imitación es el principal modelo de
aprendizaje en la infancia.
De manera que si nuestro
objetivo es cuidar la alimentación de nuestros hijos, primero debemos educarnos
nosotros mismos en unos mejores hábitos alimentarios.
2.- La responsabilidad del
adulto es que el niño tenga en su plato la comida más adecuada para él y no,
como muchas veces ocurre, lo que le gusta. Esto es un gran error que además
está muy extendido. Cuantas veces hemos oído frases como”:…. A mi niño no le
puedo dar acelgas porque no le gustan….” Así nunca le van a gustar. O del
tipo“...es que solo le gusta la carne… no se le puede dar otra cosa”. Entiendo que
hay que tener muy claro que el niño debe comer lo que los padres consideren más
adecuado para él y si le gusta mejor y si no le gusta ya se irá acostumbrando y
acabará gustándole.
Esta claro que hay ciertos sabores
que al niño les cuesta más: las verduras y el pesado. Pero, eso no puede ser
óbice para que no lo coman. A mi entender lo más aconsejable es seguir con los
niños una dieta saludable. Podemos ceder en que no terminen el plato de verdura
o pescado, pero no debemos dejar que no lo prueben o evitar ponérselo. Lo mejor
es que el niño lo vaya probando al mismo tiempo que observa como sus padres y
hermanos lo comen. Al final le acabará gustando. La alimentación, como todo, es
educable y ahí estamos.
Post realizado por Isabel París Escribano. (Equipo de IDRA Socioeducativo S.L)
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