En estos días, los medios de comunicación han venido
planteando la conveniencia o no de que los niños/as hagan, en casa, los llamados deberes que les indican sus maestros/as.
Al parecer, los
padres de niños franceses se oponen a este tipo de tareas porque, según dicen, discriminan (no todos los niños/as
tienen padres igualmente preparados para dirigir las tareas que sus hijos/as han
de realizar en casa) , agotan ( los
niños/as ya han trabajado suficientemente en el colegio) e influyen negativamente en el desarrollo del niño/a ( el niño/a
debe disponer de más tiempo para jugar y vivir sus propias experiencias en un
clima más relajado y creativo)
Como profesional de la enseñanza, entiendo que los deberes
para casa son positivos para el
niño/a si se controlan las condiciones para su ejecución.
En primer lugar
deben comportar tareas que ya han aprendido a realizar en la clase y, por
tanto, no requieran que los padres se conviertan en enseñantes. El trabajo es
trabajo de los niños/as, no de sus padres, y si hubiera algún fallo se
corregiría ante el tutor/a que mandó hacerlo.
Por otra parte, los niños/as disponen de bastante
tiempo fuera del aula, por lo que cada día más van tomando importancia las
llamadas actividades extraescolares. Pues bien, estas tareas en casa, pueden ser una oportunidad para
poner en práctica la asunción personal del trabajo que les han encomendado y conseguir
hacerlo bien; pueden ser un motivo para iniciarse en la cultura del esfuerzo;
pueden ser una vía para practicar su autocontrol y mejorar su autoestima si de
ello se sigue un reconocimiento explícito de su trabajo, de su esfuerzo y de su
tarea bien realizada. El papel de los
padres se limitaría principalmente a facilitar ese tiempo y a valorar positivamente el esfuerzo de
sus hijos/as conforme vayan subiendo en el nivel de sus responsabilidades. Si,
además, están a su lado mientras realizan las tareas y hablan sobre ello y
sobre otras cosas del colegio, mejor.
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