A todos se nos pone una sonrisa bobalicona y nos invade una sensación de importancia y satisfacción, cuando vemos la cara de un niño al que le
acabamos de hacer un regalo, y le llena de ilusión.Ahhhh!!! Que sensación más bonita!!!
Ante su cara de felicidad, de sorpresa, uno piensa; ¡soy el mejor tío del mundo! , ¡Que tipo más grande soy!Efectivamente, eres un tipo genial, pero no te has parado a pensar que, y
sobre todo con la navidad a la vuelta de la esquina, cada niño cuenta con
abuelos, tíos, primos, padres, hermanos, amigos, vecinos, etc...que toda
esta gente está dispuesta a demostrar al resto del mundo lo geniales que son
con su gran regalo, sin darse cuenta que, de media, el niño va a recibir 16
regalos estas Navidades. ¡¡¡16 regalos!!! Nada más y nada menos...¿Te has
parado a pensarlo?Esta sobrecarga de regalos tiene un impacto negativo en nuestros hijos, ya
que no los valoran adecuadamente. No han hecho nada para merecerlo, y se han
encontrado de pronto con las botas de Messi, una videoconsola, una tablet,
una bicicleta, el skatecycle, el micro dome, un skateboard, un Iphone, y 10
días a pensión completa en EuroDisney.
Ojo! No estoy diciendo que todos los regalos tengan que merecerlos, pero
los adultos tenemos que hacer una reflexión y poner un punto de cordura.
Como argumentan los psicólogos Mª Asunción Cuadrado y Miguel A. Conesa, el exceso de regalos perjudica la maduración personal, los niños se descentran y les hacemos participes y protagonistas de esta absurda competición en la que cada año entramos los adultos.
Es mejor no darles todo lo que piden, porque el exceso es perjudicial y
crea futuros adultos insatisfechos. Cuando a un niño se le da todo, deja de
tener ilusión en las cosas para ponerla en "tener cosas". Cuanto más tiene,
menos valora, y su capacidad para disfrutar se bloquea, y en ocasiones, solo
es capaz de valorar el número de juguetes que tiene. Cuando los niños tienen poco, juegan más y valoran más lo que tienen.
En realidad, un niño tiene pocas necesidades. Les sobra casi todo. La
ausencia de un regalo determinado no les crea ningún trauma ni problema
psicológico, mientras que tener todo al alcance de la mano si fomenta la
inmadurez, les convierte en insaciables y en insatisfechos vitales.
La Navidad es una buena época para enseñarles a compartir lo que tienen, se
les puede invitar a que regalen juguetes antiguos para que los disfruten
otros niños.
Es fundamental enseñar a nuestros hijos a soñar, a proyectarse en el futuro,
a no satisfacer inmediatamente sus deseos, y a no ceder a sus enfados o
exigencias.
Y ante la duda, lo mejor es ser prudente y preguntar a los padres;
¿Qué le regalo al peque?
Post realizado por Daniel de Miguel García. Responsable del departamento pedagógico de IDRA Socioeducativo
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